Historia de la palabra nicotina
Cuando Colón llegó a América, observó que
los indios tenían por costumbre inhalar el humo producido por las hojas del
tabaco; incluso, incorporaban esa práctica en sus rituales, creyendo que
el tabaco tenía propiedades medicinales.
Convencido de haber descubierto algo
mágico, Colón llevó semillas y hojas de la planta al viejo continente, donde el
tabaco se propagó rápidamente, gracias al intenso comercio entre los países
europeos y a su difusión como un producto beneficioso para la salud.
En realidad, hacia el año 1559, el
diplomático Jean Nicot de Villemain fue nombrado embajador francés en
Portugal, donde tuvo la oportunidad de conocer el tabaco y enviarle una muestra
a la reina Catalina de Médicis para que ella viera si podía curar con él las
jaquecas del futuro rey de Francia, Francisco II.
Aparentemente, el remedio fue efectivo y pronto su fama se
extendió, primero por Francia y luego por el resto de Europa.
Debido a sus presuntas virtudes, la planta fue conocida en Francia
como herbe à la reine, herbe à Nicot o,
sencillamente, nicotiane.
En 1753, cuando el naturalista
sueco Carlos Linneo publicó Species
plantarum (punto de partida de la nomenclatura botánica), acuñó para la planta del
tabaco el término científico Nicotiana tabacum, del cual deriva el nombre nicotina, con el que se denomina al alcaloide activo de esa planta.
Resumen de artículo de Fernando Navarro, disponible en medicablogs.diariomedico.com/laboratorio/2015/02/17/jean-nicot-y-la-nicotina/