Transición
Amor, la guerra se durmió en tus
brazos,
quebradas sus fuerzas, se arrulló
allí sin fin;
y al paso del tiempo, despertó una
noche,
henchidas sus ansias y urgida de
soles;
entonces, cansada, fue la noche
quien se echó a dormir.
Amor, tu valle infinito de calma
aplacó su espada de oro y marfil,
único vestigio de tiempos sin dueño.
Y su pobre palma, ¡renunciar a un
lecho!,
olvidó gozosa y se abandonó a ti.
Porque amor, ya es tiempo de
rosas,
que prudente ella posa en tu cálida
almohada.
Y luego, colmada de aromas, se tiende en tu cama,
mas, temerosa y presa del
desvelo, pues
¡que aquellas rosas no rocen sus
balas!
Amor, ya las rosas florecen en tu
alcoba,
ya las balas callan en honor a tu
empeño.
Y así como la noche deviene en
aurora,
son armas depuestas las que alfombran ahora tu reino.
María De
Angelis