PESTE NEGRA Y CUARENTENA
El término cuarentena comenzó
a usarse hacia principios del siglo XIV, cuando la peste negra que
asoló a Europa obligó a los médicos a aislar a la población por cuarenta días.
Desde
entonces, es difícil hablar de cuarentena sin aludir a uno de los
acontecimientos más devastadores de la historia de la humanidad.
HISTORIA DE UNA
PESTE
La peste negra que
asoló a Europa entre los años 1347 y 1353 comenzó en Asia y se trasladó luego a
los países mediterráneos, debido al intenso comercio marítimo que mantenían
esos países con la India.
Además de
conocérsela por ese nombre, se la llamó también “peste bubónica”, en alusión a
las llagas oscurecidas que crecían en la piel de los enfermos, llamadas bubas. Las ampollas o bubas hemorrágicas en la piel y una fuerte tos
acompañada de sangre eran síntomas inequívocos de la infección.
Según los expertos,
la enfermedad se cobró la vida de 80 millones de personas, dejando a Europa con
solo un tercio de su población.
Como en un
principio los médicos creían que se transmitía por el aire e ingresaba al
organismo por las vías respiratorias, cubrían su rostro con una tela negra,
sobre la cual colocaban una máscara con un pico curvo, relleno de paja y
esencias aromáticas para filtrar los olores nauseabundos.
Estos médicos, a
los que se conocía como “doctores de la peste”, atendían exclusivamente a los
infectados, aunque sus cuidados no lograban evitar la muerte: a poco de
comenzar con fiebre y tos, los enfermos fallecían.
Gracias a la
investigación científica, con el tiempo se pudo identificar como causante de la
enfermedad a la bacteria Yersinia Pestis, un patógeno presente en las
pulgas y los piojos de roedores, que se transmitía a los humanos por la
picadura de esos insectos infectados previamente.
La falta de higiene
de la población y su mala alimentación ayudaron con la expansión de la peste,
que luego de algunas oleadas fue disminuyendo su intensidad y mortalidad.
En este contexto de
desolación, los médicos hicieron uso del concepto de cuarentena para referirse
al período de aislamiento necesario para evitar los contagios, aunque no
siempre el período fue de cuarenta días ni existen opiniones similares sobre la
procedencia del término.
CIENCIA Y RELIGIÓN COMO ORIGEN DE LA CUARENTENA
En el Antiguo Testamento ya existían referencias al aislamiento para evitar los contagios. También durante el reinado de Justiniano (entre los años 541 y 547 d.C.) se puso en práctica la cuarentena masivamente, durante una plaga similar a la peste bubónica.
Sin embargo, recién con el regreso de la peste
negra en la Edad Media comenzó a usarse la palabra cuarentena, procedente del
italiano quarantena, cuando en el puerto de Ragusa (hoy Dubrovnik)
se le impuso a los tripulantes y pasajeros de los barcos que permanecieran
aislados durante cuarenta días.
Como el ciclo de la peste (desde que la persona contraía la infección
hasta su muerte), duraba 37 días, se estimó que el período era suficiente para
evitar su propagación.
Según los historiadores, este es el primer caso documentado de una
ciudad en cuarentena.
Algunos países europeos que se apropiaron de esta medida, en lugar de
aislar a la población durante ese tiempo, lo redujeron a un mes (por esto se
hablaba de trentino), aunque luego debieron ampliarlo porque la
peste seguía propagándose y al parecer 30 días eran insuficientes para
detenerla.
En realidad, se desconoce si esa fue la verdadera razón del cambio de período, ya que existen
autores que sugieren que el verdadero motivo fueron las creencias
religiosas: la cuaresma, el diluvio universal y la estancia de Jesús
en el desierto, todos eventos simbólicos, duraron cuarenta días. Por tratarse
de poblaciones muy creyentes, el simbolismo que representaba para ellos el
número cuarenta los predisponía mejor para aceptar las condiciones de
aislamiento y separación que se les imponían.
Más adelante en el tiempo, con estudios referidos
al período de incubación, que dieron base científica a la cuarentena, la medida
se adoptó toda vez que surgía alguna amenaza que se extendía por la población.
Ejemplo de
ello fue la gripe española de 1918, en la que se estima que perecieron entre 40
y 100 millones de personas, y en la que se pusieron en práctica otras medidas,
como la higiene personal y el cierre de lugares públicos. Estos métodos
ayudaron a contener la gripe, pero dejaron un tendal de problemas económicos y
sociales.
Recién a
partir de los años 50, el desarrollo de antibióticos y vacunas hizo
presumir que las cuarentenas serían eventos del pasado, sin embargo, ese pasado
parece alcanzarnos nuevamente, como ocurrió en pleno siglo XXI ante la
aparición de sucesivas enfermedades para las que, por falta de medicamentos y
vacunas, se debió echar mano otra vez a aquella medida sanitaria del medioevo.
En la
actualidad, permanece la costumbre de hacer referencia a la cuarentena, cualquiera
sea la cantidad de días que abarque la medida de aislamiento.